viernes, 22 de febrero de 2008

Poema

Playa nudista II


A Pier Paolo Passolini




Por la costa rocosa, como una aparición
se asoma entre el oscuro celaje de la tarde,
detrás un mar revuelto y plata le confiere
cierto halo irreal. Su andar sereno traza
un camino en la arena que empieza a humedecerse,
son huella regulares
y plenas, de un paso sin sigilo. Balancea sus brazos,
sueltos y relajados,
mientras, alrededor, la tormenta se anuncia con lejanos rugidos.
No parece importarle. La tarde se ennegrece,
arremolina el soplo ligero del ocaso
y se pierde en el agua, blandamente.

Festival de poesía de Quequén



De izquierda a derecha Marina Serrano, Daniel Freidemberg, yo, Teresa Arijón y Daniel Chirón


Mariana Docampo, María Julía Magistratis, Claudia Masin y Carlos Aldazábal en plena lectura

Con Mariana, Clau y Teresa comiendo galletitas de limón en un café a la ida.

Poemas inéditos

Playa nudista II

A Pier Paolo Passolini





Por la costa rocosa, como una aparición
se asoma entre el oscuro celaje de la tarde,
detrás un mar revuelto y plata le confiere
cierto halo irreal. Su andar sereno traza
un camino en la arena que empieza a humedecerse,
son huella regulares
y plenas, de un paso sin sigilo. Balancea sus brazos,
sueltos y relajados,
mientras, alrededor, la tormenta se anuncia con lejanos rugidos.
No parece importarle. La tarde se ennegrece,
arremolina el soplo ligero del ocaso
y se pierde en el agua, blandamente.



La tarde



Un arroyo que surca
la arena en el mar muere, ¿o es el mar
que hacia él va?
Dos chicos se zambullen arrojados
desde los pastizales,
eligen la dulzura de estas aguas
al frío y brusco impacto de las olas.
Todo es nuevo a sus cuerpos: el rayo de la tarde,
el roce de sus pieles vigorosas, tirantes
como las de los peces.
El fluir del arroyo no los empuja al mar,
el mar se rinde a ellos y se opone
al traer a sus bocas un regusto salado,
y a sus manos
plaquetitas de nácar que tamizan
con el suave aleteo de sus dedos.
Al rato salen juntos y caminan la playa
caliente todavía.
Van donde cae la tarde, donde una roca es
un sitio para el largo cavilar
del pescador.