sábado, 8 de mayo de 2010


Día de los muertos en Patzcuaro



Llegar en medio del adiós
y la renuncia
para subirnos a una embarcación
y con la luna abandonar la tierra.
Pisar otra vez el suelo firme
y ver las flores
las frutas, los cigarros
desparramados en las tumbas.
Vos y yo caminamos ascendiendo
y descendiendo por la colina oscura
hasta el panteón,
más vivas que el amor, que las hormigas
que el movimiento entero.
Como tantos
no somos más que turistas deslumbradas
por este mundo en el que nada hay
del todo vivo
o del todo muerto. Ahora miramos
a los muchachos abrazarse,
borrachos ya
brindando en las cantinas
o bajo las estrellas, en la costa.
A penas si se pueden sostener
pero se yerguen
como si todo el equilibrio fuera en ellos
una fiesta y la noche, compañías eternas
como el cielo y el infierno.
Yo estoy cansada de andar
y soy como los muertos de este día
no toco con mis manos lo que amo
nadie me quiere a mí
sino al recuerdo de su amor antiguo.
La madrugada cae y se atenúa
el fulgor de la estrella.
Bajan los santos, los niños, los fantasmas
hasta nosotras
que untamos guacamole
y temblando de frío bebemos café negro.
La claridad se impone, se acomoda
a las calles suavemente y va cobrando
nitidez la ofrenda
que en su periplo abandonó la noche.
Hecho de vidrios,
de vasos y de pétalos, el sol da forma,
nuevamente, al mundo.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Entrevista

Realicé esta entrevista un tiempo antes de que Vanina declarara contra su padre, o mejor dicho, a favor de la justicia. No la subí en ese momento y lo hago ahora. Hay temas y personas cuyas historias y opiniones son mucho más que una noticia.




Viernes, 19 de marzo de 2010
ENTREVISTA

A la izquierda del padre


Está autorizada por la Cámara Federal de la Capital a declarar como testigo en el juicio que se le sigue a su padre por la apropiación de Juan Cabandié, su hermano menor. Actriz, lesbiana y testigo de una historia violenta, Vanina Falco ha contado su verdad arriba del escenario, abajo, y sigue contando en esta entrevista.

Por Paula Jiménez para Suplemento Soy

En Mi vida después, el biodrama de Lola Arias, vos interpretás la historia de tu vida... ¿Cómo te decidiste a hacerlo?
—Como actriz fue una experiencia totalmente nueva y atípica. Cuando Lola me propuso trabajar en el proyecto tuve una sensación contradictoria. Me parecía un proyecto interesantísimo y al mismo tiempo me preguntaba cómo será esto de contar mi propia historia, de actuarla. Era algo más parecido a un abismo que a una certeza, pero la experiencia fue hablando por sí sola. El trabajo se fue armando entre todos, pero el texto es de Lola y se desliza en un borde entre la ficción y la realidad. No es fácil interpretar algo biográfico. Claro, una dice: un texto, sí, pero ese texto era yo: “Muere Perón y nazco yo, después de un parto de catorce horas”.
¿Y cuál es tu historia?
—Nací en el ’74, en una familia de clase media, hija de un padre que supuestamente era visitador médico, además de algo relacionado con la policía, y de una madre contadora. Nosotros nunca teníamos muy claro qué era mi padre. No lo veíamos vestido de policía, pero íbamos al Círculo Policial, nos movíamos como familia de un policía. No entendíamos, él no se posicionaba como tal y después supimos por qué: era de inteligencia y había trabajado durante la época del proceso. Yo era la más grande de dos hermanos. En el medio, tenía conocimiento de que mi madre había perdido una beba y que después de ella llegó mi hermanito. El primer registro que tengo es el de mi padre entrando con él en brazos a mi casa. Pero en realidad nunca supe que era adoptado, yo era muy chica. Nos creíamos hermanos biológicos. Mi padre se encargó de que nadie se enterara. Hace seis años, mi hermano, que en ese entonces se llamaba Mariano, comenzó a tener dudas sobre su identidad. El venía acumulando muchas cosas, sobre todo una historia tristísima y violenta con mi progenitor. Lo maltrataba sistemáticamente. Conmigo también fue violento, pero mucho más con mi hermano. Cuando me planteó sus dudas, yo le dije: “Bueno, tenemos que ir a Abuelas”. Antes se lo preguntó a mi mamá: primero se lo negó y después, en medio de todo esto, le confesó que era adoptado. Ella aparentemente no sabía nada, mi padre vino un día diciendo que había un niño abandonado en el hospital. El se encargó de hacer todos los papeles y mi madre pecó de muchísima ingenuidad, o directamente hizo la vista gorda. Yo, por mi parte, empecé a tener problemas con él en la adolescencia porque soy muy inquieta y él es un tipo muy controlador. Me fui de mi casa a los 21 años después de un último episodio violento a raíz de haberse enterado de que yo estaba teniendo mi primera relación con una chica. Tuvo una reacción nefasta. El, cada tanto, una vez por mes, me preguntaba si había cambiado de opinión y yo le decía que no. Y un día se armó una discusión y él se puso más violento; ése fue el quiebre total para decidir irme. Yo estaba esperando a cumplir la mayoría de edad, porque él me venía amenazando con que yo era menor. Así que cuando pasó lo de Juan me agarró independizada y lejos de mi padre.
¿Cómo fue el íntimo reconocimiento de lo que te estaba pasando con una mujer en medio de un contexto así?
—Fue bastante duro para las dos, para mi novia y para mí. Ella también tuvo que soportar una embestida violenta de parte de sus padres. Pero no fue un conflicto la vivencia íntima sino el contexto, la persecución mental de mi padre hacia mí: él me esperaba en un lugar del que yo no podía salir, me preguntaba si había cambiado de opinión, yo le decía que no y hablaba sólo él. Era una tortura psicológica, un interrogatorio, una mecánica hostigadora que discerní a la luz de saber que había sido policía de inteligencia. Me decía cosas como: “Vos estás enferma, yo te voy a destruir”. “Vos conmigo no vas a poder.” “Yo sé bien lo que es que alguien me suplique.”
Tu hermano y vos tienen en común que tu padre ejerció sobre ambos un cercenamiento de la identidad...
—Conmigo lo intentó, sí, pero no pudo...
En el caso de tu hermano también lo intentó y finalmente tampoco pudo...
—Claro, no lo logró, pero lamentablemente en el caso de mi hermano duró mucho la supresión de la identidad. Juan la recuperó recién a los 25 años, yo, cuando me di cuenta de que me gustaba una chica, me gustaba una chica. Fue inmediato. No hubo un momento en el que yo dijera “bueno, lo oculto”. No. Yo estaba convencida de que si deseaba eso iba a ir contra viento y marea. No es que yo había tenido episodios antes y por miedo, o porque había nacido en un entorno violento y autoritario, me los había callado. Esa fue mi primera vez, pero, por suerte, tuve un gran apoyo de mis amigos y de mi novia de ese momento.
¿Y de tu hermano?
—Mi hermano era muy pequeño cuando se desató todo esto y él estaba afuera y al volver encontró la casa explotada. Para él era difícil por crianza, porque nosotros fuimos a un colegio religioso. Y fue difícil para él porque, por parte de mis padres, había mucho ocultamiento y el argumento era: “Tu hermana está mal”. Pero después, con el correr de los años, cuando nos reencontramos, él enseguida aceptó. Estaba preocupado porque yo iba a ser actriz, en realidad. “¿De qué vas a vivir?” era la pregunta, no con quién. Yo siempre me sentí muy acompañada por él. Además de ser un hermano, es un gran compañero para mí.
¿Cómo es hacer el coming out en cada función de Mi vida después, delante de todo el público?
—Es verdad que una lo dice arriba de un escenario, pero yo no sé lo que es estar en el closet. Yo siempre, de entrada, lo comuniqué, tanto a mis amigos, como a mi entorno laboral. Incluso a mis padres. Y esto que doy a conocer en la obra aparece dentro de un contexto de un friso de él, de mi padre, de mostrar su violencia sistemática. No creo que él hubiera reaccionado de modo muy diferente si le hubiera aparecido con cualquier otra cosa, como por ejemplo embarazada, sin saber quién es el padre. Claro, él esperaba que me recibiera en una carrera y que consiguiera un marido que me hiciera feliz y le diera nietos. Por supuesto que su hija, la abanderada, porque yo era muy buena alumna, le dijera que le gustaban las mujeres, era un poquito fuerte para él. Esto lo detonó más que otras cosas. Entonces, creo, volviendo a la obra, que Lola, la directora, lo expone como parte de un accionar violento y cierra la imagen de un tipo con una violencia desmedida. A mí él me pegó una vez y me desfiguró la cara. Ese fue el único episodio violento, físico, que tuve en relación con mi elección sexual. Por otra parte, lo que le pasó a mi mamá es que no podía entender que yo fuera bisexual. A mí me encantan los hombres, también. En verdad, estoy hace años en pareja con una chica, y elijo mayormente mujeres, sobre todo para compartir mi vida. Pero creo que las identidades sexuales son móviles. Yo lo vivo así. No creo que algo se establezca y quede para siempre así. Ese no establecerse para mi madre era tremendo. Ella necesitaba una definición.
¿Estás por declarar contra tu padre?
—En el juicio que lleva mi hermano, desde un principio, con los abogados de Abuelas empezamos a pensar que era importante que yo declarara porque hay muchas cosas que puedo confirmar. Ya lo había intentado hace cinco años, pero fue rechazado ese pedido porque la ley me prohibía que yo declarara por mi vínculo sanguíneo. El año pasado presentamos un escrito en el que pedí directamente a la jueza actual declarar. Lo presentamos. Estaba de vacaciones, me sonó el celular y era el abogado diciéndome que la cámara lo había aprobado. Fue un momento muy fuerte. Yo estaba descreída de que lo íbamos a conseguir. Es un fallo histórico: sienta el precedente de que una hija pueda declarar contra su padre y esto habilitaría a que otros familiares puedan también hacerlo. Esto abre un campo importante para la causa y lucha de Abuelas. Es una alegría y una gran responsabilidad. No experimenté ningún tipo de contradicción cuando se aprobó mi declaración. De hecho, me quería volver de mis vacaciones. Fue un 23 de diciembre. Es como me dijo un amigo: un regalo de Papá Noel.
¿Alguna vez imaginaste que tu padre podía ser un apropiador?
—Apropiador no, pero en mi casa el tema de los desaparecidos era un tema prohibido. Yo me enteré de grande de lo que había pasado en este país porque empecé a investigar por mi cuenta y a militar en una agrupación en la facultad. En realidad, la época en la que me hacía los interrogatorios coincidió con el momento en que se dio a conocer el caso de los mellizos Reggiardo Tolosa, que fueron apropiados por Samuel Miara. La bestia de Samuel Miara era mi tío Lito y esos chicos fueron criados con nosotros como mis primos. En ese entonces tuve por primera vez dudas en relación con el pasado de mi papá. No ligaba a él la figura del apropiador, pero sí lo relacioné con cierto accionar en las fuerzas. Y a raíz de esto yo pensé que podía ser hija de desaparecidos, pero yo nací en el ’74 y dije no, además soy igual a mi madre. Pero lo que me pasó es que no pude girar la cabeza y ver a mi hermano. Me llevó años de terapia sacarme esa culpa. Ocurrió que fue una mentira bien guardada por ellos y además, mi hermano y yo somos muy parecidos físicamente, ése fue un detalle que nos jugó en contra. Además era un discurso reforzado: “Mirá qué iguales que son”, nos decían todo el tiempo. Nos vestían iguales. Esa duda que tuve en un primer momento la dejé morir, y después, inmediatamente, pasó a primer plano mi conflicto con mi padre por mi elección sexual, así que todo ese combo me impidió profundizar.
¿Pensás que tu padre fue torturador?
—Si me dejo llevar por la intuición o por el rechazo de piel que me produjo él cuando accionó de esa manera conmigo y cuando me enteré de lo de Juan, yo te diría que sí. Yo no necesito que la Justicia me asegure algunas cosas. Yo siento que él no estuvo afuera de la maquinaria represiva. Y tengo sospechas fuertes de que pudo haber sido un torturador, son pesadillas que me acompañan. Igual, cuando decidí irme de mi casa, di vuelta una página de mi vida para no volver a girarla nunca más. Yo sabía que yo quería otra cosa para mí y él formaba parte del pasado. Cuando se desató lo de Juan tuve una reacción epidérmica peor que cuando tuve que enfrentar a mi padre por lo de mi decisión sexual. Una vez me dijeron: “Pero vos no podés ir en contra de tu padre, pensá que puede ir preso”. Pero yo no puedo ir en mi contra, en contra de la verdad, tengo que ser leal a mí misma. Aunque sea mi padre, yo no tengo dudas en relación con mi deseo de justicia.

jueves, 22 de abril de 2010

Poema


Ubatuba





No son embarcaciones
sino pequeños buques como impactos
de color en el agua. Algunos
tienen nombre: Pie desnudo, La reina
de la playa, Tus ojos, El pescado.
Apenas balancea sus viejas estructuras
un oleaje calmo que se agita
en la orilla de la isla Providencia.
Tratamos de seguir el movimiento
ir más allá
de la quietud del mar.
Bajo un cielo cargado
entramos con el kayac y se aleja
el dibujo perfecto de la costa.
Son las seis de la tarde, pero el sol
amenaza perderse
entregarse a la noche que adelantan
las nubes tormentosas.
Es la última tarde en la Praia Do Lázaro
¿quién pudiera medir lo transcurrido
desde el primer crepúsculo
que vimos
cerca de aquí, en la costa de Sununga?
No parecían reales esas olas inmensas
disueltas en vapores plateados
que lustraban las rocas y rugían
furiosas y cansadas
de su constante avanzar y retraerse.
Cada vez esa furia aplacaba la nuestra
golpeaba nuestra ira cotidiana
esas olas entraban en tu cuerpo y el mío
y nos hacían silentes y sumisas.
Como si fuera hoy quema la arena
que esa tarde pisamos. Y yo te veo a vos
mirando el panorama de aquel cielo
diluido en el agua.
Ahora las dos remamos mar adentro
voy adelante y no puedo girar
para espiar tus ojos
el movimiento equidistante de tus brazos.
Ya se terminan
los días en la costa que se parece más al paraíso
de todas las que vi, porque supongo que el paraíso es
ese lugar donde el instante cobra
un valor igual al tiempo entero.
Ya se termina
es lo que dicen todos cuando vuelven al yugo indeseado
y sienten que los días van muy rápido y que no elijen
la vida ni el infierno.

lunes, 12 de abril de 2010

Otra lectura

Lunes 12 de abril de 2010 - 20 hs.
"LECTURAS EN BARTOLOMEO"

"POESÍA, MÚSICA Y MEMORIA" en el Bar "BUKOWSKI"


Bartolomé Mitre 1525, Buenos Aires

- - - - - - - - - -
www.apoaenelmoyano.blogspot.com

¡¡¡¡¡ VISITANOS !!!!!

www.lecturasenbartolomeo.blogspot.com


= = = = = = = =

Este lunes 12 de abril de 2010, a las 20 hs.

continuamos las reuniones de lectura

-a desarrollarse todos los lunes-

en "Bukowski" -un espacio dedicado a distintas expresiones del arte-

y los invitamos a compartir esa noche dedicada a la poesía.

En nuestro próximo encuentro de este año

leerán sus textos los escritores

 

* María Cristina Santiago

* Mario Sampaolesi

* Paula Jiménez


Además contaremos con la participación del músico
* Juan Pablo Fernández

 

Destacamos que, en la idea de abrir el espacio a todos los creadores,

también continuamos nuestro "micrófono abierto"

destinado a quienes quieran darse a conocer,

a quienes quieran compartir sus textos.
Los esperamos.

ENTRADA LIBRE Y GRATUITA.

lunes, 5 de abril de 2010

Dos Lecturas Dos

BOMB PLAN
-lecturas de poesía al aire libre-


Mercedes Halfon
Marcelo Cutró
María Medrano

Jueves 8 de abril a las 20 hs.
Bonpland 1660 - Espacio Cultural Bompland - Asamblea de Palermo

Feria de productos de Yo no fui (talleres artísticos y productivos de las cárceles de mujeres de Ezeiza y de las mujeres que salen en libertad/ www.yonofui.org.ar)
Bar y comidas Rikisito
Feria de libros


Papeles blancos
jueves 8 de abril / 22hs.

Leen:
Jorge D'alessandra
Fernando Graneros
Tomás Maver

Invitada:
Paula Jimenez

Música:
Maldición maleva

Entrada: $8
La ratonera cultural/ Corrientes 5552

martes, 23 de marzo de 2010

Y ahora: uno de viajes. Para variar


Hotel de Laguna Hedionda



Sí, tengo en mis manos este libro y leo
arrimada en el fuego – como el protagonista
que alza su copa y bebe de su vino
al borde de un hogar. Es el único fuego
y se acabará pronto
dejándonos sin luz y sin calor.
Mientras tanto
encuentro la oración: “Era llevado
hacia mi destino y no importaba
si a costa del peligro o incluso
si eso me destruiría”.
El frío toca el hueso y lo hace de verdad,
pero no anhelo amparo ni tengo miedo ahora.
No puede pasar nada.
No sé sentir terror
por esas cosas que ya se han desplomado.
El fuego
se extingue al lado mío
y la sala se amplía y se congela.
Las letras, en la hoja de mi libro
se van amalgamando unas con otras,
volviéndose grisáceas, movedizas.
Por la ventana veo a los flamencos
inquietarse y los oigo
chillar en su concierto y su cortejo.
Yo perdí mi refugio tiempo atrás,
cuando empezaba el viento
a girar en la arena
conduciendo este frío.
Ahora
estoy completamente al lado tuyo
como hace un rato estaba
junto al fuego.
Pero vos querés irte
aunque no puedas, extinguirte también.
Es esto lo que hay y sin embargo
volvería a comer junto a tu plato
a chocar en el aire congelado
con tu copa de vino
a escuchar una cueca mal cantada
por un coro de mozos. No me importa,
lo elijo
elijo lo que venga
con esta decisión que desconozco
y que sin duda es mía. Elijo porque sé
- porque la gente intuye los caminos
de su felicidad - que llegada la noche
escucharé el desierto
con su silencio ecuánime
cortarse en mis oídos y agitarse
por tu respiración.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Otro de viajes


Salar



Si la nieve es una forma de la luz
la sal también lo es.
Son doce mil kilómetros de luz
hendida por figuras romboidales
que repiten
el contorno sutil de la molécula.
Este dibujo divide todo el suelo
y con apenas una lámina de agua
refleja el infinito.
Es el Salar de Uyuni, en el sur de Bolivia
y solo se ve un hombre con su pala
cavar el piso blanco, refulgente,
como un chorro de luna derramada
quemándole los ojos. Los cayos de sus manos
se adaptan a ese mango de madera, imagino, el dolor
semeja a su herramienta
y es casi una extensión de él o de sus brazos
cubiertos por el frío.
Nosotras perseguimos el fin del panorama,
el punto en que se corta el blanco interminable,
y no aparece: todo es continuidad
como si el tiempo eterno tuviera geografía.
Nos internamos más
y más en el desierto,
ya sueltas de la malla que sujeta
los puntos cardinales, como estrellas fugaces
parece que caemos de los límites.
Después vendrán lagunas de colores
y no importa,
llamas, casas de piedra,
el azufre bullendo por los geisers
y la mancha que forman los flamencos,
rosada, sobre el agua.
En este instante, en el centro del salar
alzamos una copa que el chofer nos invita.
“Licor de coca y sidra” dice, y mezcla
azúcar con espuma y amargor.
Después de haber callado todo el día, nos dedica
al fin, unas palabras: “Brindemos por el viaje
porque dios
nos proteja de todos los peligros de la ruta”.
Pero no hay ruta, hay
una suerte de huellas en la luz
un camino inventado que podría ser otro,
llevarnos hasta un páramo
sin bordes
en medio de las piedras o la arena o los bloques
de cuarzo. Yo te veo girar sobre vos misma
observar con terror este continuo blanco
que nos aísla del mundo.
En este punto estamos, casi sin conocernos
¿quién diría? Como dos camicaces
que un día se encontraron
y ahora creen
saber adonde van.