miércoles, 24 de febrero de 2010

Inédito del libro de los viajes


Esteros del Iberá


Flotan islas de hojas,
el bote se desliza en los canales
y su madera toca
las pieles escamadas de los yacarés.
Abajo está el peligro, arriba
las plácidas cigüeñas paradas en los palos
miran el cielo opaco
lo contemplan hasta perderse en él
y pasan los carpinchos y se paran
en sus lomos
las hermosas sultanas con su plumaje azul,
su collar colorado, vestidas para una fiesta.
Arriba está lo calmo, lo suave, lo perfecto
y el agua se desliza mansamente
por generosos caminos naturales,
pero de pronto el viento
podría empujar los grandes camalotes y vallar
con su soplo la salida. No pensamos en eso,
tampoco en las pirañas ni en las rayas
que nadan cerca nuestro,
a unos pocos centímetros.
No solemos pensar
en riesgos como estos.
Es tan bello el paisaje y sin embargo
el rozar de tu mano
captura mi atención, reduciéndola al punto
que mis ojos olvidan lo que ven
como si ahora
miraran hacia adentro y encontraran tus dedos,
tus anillos, tus vigorosas manos en mi espalda.
Abajo está el peligro
pero nadie lo nota. No es otra la estrategia
de los oportunistas, de estos viejos reptiles
que conocen el hambre de memoria
como el único mapa de la vida.
Uno asoma su rostro, la redondez
del ojo nos espía a un costado y él
abre su boca inmensa y al cerrarla
cruje como una rama una piraña
que muere entre sus dientes.
Arriba está lo bello y continúa inmutable
como si ni siquiera
la muerte lo afectara o lo impecable fuera
el modo en que la muerte
se incorpora a la vida, así, sin sobresaltos.
No puedo imaginar ciertos finales,
la manera en que las cosas se aniquilan
y pasan a formar parte del tiempo,
de todo ese pasado que nos trajo hasta acá.
El bote va internándose entre islas inmensas
el conductor se baja y hunde
sus botas en la alfombra flotante de hojas vivas,
rebosantes de verde a punto de estallar
y nos señala una perfecta flor rosada
y dice que es la flor de los amantes.
Tira la embarcación hacia delante
con un soga. Detrás de él el cielo se despeja
y es cruzado por pájaros naranjas
que aletean sobre nuestras cabezas.
Arriba sigue
su curso la belleza y abajo la cadena
de bocas impiadosas comiéndose una a otra
también se continúa.
Estamos en el medio, no elegimos
mirar pero olvidamos
la rueda que nos lleva, no sabemos adonde
la holgura del peligro y del amor
que nos hace tan frágiles.

jueves, 18 de febrero de 2010

Diario de duelo



Durante los dos años posteriores a la muerte de su madre Roland Barthes escribió en pequeñas fichas, en tinta y lápiz, el "Diario de duelo". Presento aquí un breve extracto de este bellísimo y desgarrador texto.


Primera noche de bodas
Pero ¿primera noche de duelo?

***

- ¡No ha conocido usted el cuerpo de la mujer!
- He conocido el de mi madre enferma, luego moribunda.


***

Idea – que causa estupor pero no desolación – que ella no ha sido “todo” para mí. Sino yo no habría escrito obra. Desde que la cuidé, desde hace seis meses, efectivamente, ella era todo para mí, y olvidé completamente que había escrito. Yo era perdidamente para ella. Antes, ella se hacía transparente para que yo pudiese escribir.

***

… que esta muerte no me destruya por completo, quiero decir que decididamente quiero vivir perdidamente, hasta la locura, y que por lo tanto el miedo de mi propia muerte está ahí, no se ha desplazado ni una pulgada.

***

Lunes 15hs- Vuelvo a entrar de regreso por primera vez a mi departamento ¿Cómo voy a poder vivir aquí yo solo? Y simultáneamente la evidencia de que no hay ningún lugar adonde cambiarse.

***

Por una parte ella me pido todo, todo, su absoluto (pero entonces no es ella sino yo el que le atribuye pedirme eso). Y por otra parte (siendo entonces verdaderamente ella misma) me recomienda la ligereza, la vida, como si me dijera “pero ve, sal, distráete…”.

***

Hacia las 18hs.: el departamento está caliente, mullido, iluminado, limpio. Lo hago así con energía, devoción (lo gozo con amargura): a partir de ahora y para siempre soy mi propia madre.

***

Soledad= no tener nadie a quien decir: regreso a tal hora o a quien poder hablar por teléfono para decir: ya regresé.

***

Ahora, por todas partes, en el café, en la calle, veo a cada individuo bajo la especie del que – debe – morir, ineluctablemente, es decir, muy exactamente del mortal – Y con no menor evidencia los veo como no sabiéndolo.

***

Ahora sí de donde puede venir la Depresión: al releer mi diario de este verano, estoy a la vez encantado (cautivado) y decepcionado, así que la escritura a su máximo es de todos modos irrisoria. La depresión vendrá cuando, desde el fondo de la aflicción, ni siquiera podré agarrarme a la escritura.

***

Mi sorpresa – y por así decir mi inquietud (mi malestar) viene de que, a decir verdad, esta no es una carencia (no puedo describir esto como una carencia, mi vida no está desorganizada), sino como una herida, algo que duele en el corazón del amor.

***

Me espanta absolutamente el carácter discontinuo del duelo.

***

¿A quien podría yo hacer esta pregunta (con esperanza de respuesta)?
¿Porqué vivir sin alguien a quien se amaba significa que se la amaba menos de lo que se creía?

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Todo el mundo es muy amable – Y sin embargo me siento solo. (“Abandonnite”)1

1 En inglés, abandoned significa también salvaje, lo que está fuera de control.

***

Desde hace varias noches, imágenes – pesadillas en las que veo a mamá enferma, golpeada. Terror.

Sufro del miedo de lo que ya ha tenido lugar.

Cf. Winnicot: miedo de un desplome que ya tuvo lugar.

***

La muerte de mamá: quizás esto que es lo único en mi vida que no he tomado neuróticamente. Mi duelo no ha sido histérico, apenas visible para los otros (tal vez porque la idea de teatralizarlo me habría sido insoportable); y sin duda, si hubiese sido más histérico, si hubiese ostentado mi depresión, despidiendo a todo el mundo, dejando de vivir socialmente, habría sido menos desgraciado. Y veo que la no – neurosis no es algo bueno, que no está bien.

***

Cuando mamá vivía (es decir toda mi vida pasada), estaba yo en la neurosis por miedo a perderla.
Ahora (ahí está lo que el duelo me enseña), este duelo es por así decir el único punto de mí que no es neurótico: como si mamá por un último don, se hubiese llevado lejos de mí la parte mala, la neurosis.

***

Por amor, FW está desvastado, sufre, queda postrado, forzado, ausente de todo, etc. No obstante no ha perdido a nadie, el ser que ama vive, etc. Y yo, junto a él, yo que lo escucho, tengo el aire sereno, atento, presente, como si algo infinitamente más grave no me hubiese sucedido.

***

A cada uno su ritmo de aflicción.

***

Hablar de mamá: ¿y qué, Argentina, el fascismo argentino, los encarcelamientos, las torturas públicas, etc.?
Eso la habría herido. Y la imagino con horror entre las mujeres y madres de los desaparecidos que se manifiestan por aquí y por allá. Como habría sufrido si me hubiera perdido.

sábado, 13 de febrero de 2010

Entrevista a Ana Prada



Viernes, 12 de febrero de 2010

ENTREVISTA

Por mi culpa
Por Paula Jiménez

Cantautora uruguaya de voz melodiosa y presencia angelical —aunque, como dice en una canción, esa impresión es posible porque no la vieron montar—, Ana Prada se planta en su nuevo disco, Soy pecadora, con la firmeza de quien no tiene nada que disimular, ni siquiera el desgarro del amor.



En el arte de tapa de tu nuevo disco, Soy pecadora, se puede ver un comic donde un personaje ingresa a un “túnel del amor” y, a medida que va a accediendo a los placeres que ahí se le ofrecen, va perdiendo partes de su cuerpo hasta terminar convertida en un ángel sin piernas y sin brazos... ¿Qué buscás expresar con esto?

—Es un ángel mutilado, que puede ser también mariposa. Es un cambio de estado, en realidad. Una metáfora del pecado basada en la canción “Soy pecadora”, que le da nombre al disco. El arte de tapa y el comic son obras de Rosalía Banet, una artista plástica española que trabaja mucho sobre género. Los dibujos parecen primero muy naïf, a dos dimensiones, y de golpe empezás a ver en detalle y notás que tienen una fuerza increíble. Todo lo que hace Rosalía tiene un contenido muy fuerte y desgarrador, sobre todo en lo relacionado con el sentir femenino.

¿Porque sos pecadora vas pagando placer con partes de tu cuerpo?

—Siento absolutamente real ese desgarro que implica el pecado en sí: cómo se juzgan determinadas acciones y el costo que eso tiene a nivel psíquico, personal, familiar. Con decirte que mi madre vio los dibujos y me dijo: “¡Ay, m’hijita, cuánto sufriste!”. Y lloraba mi vieja. Yo le contesté: “Bueno, mamá, es la obra de una artista”. Pero en verdad es muy simbólico para mí. Yo sufrí mucho en mi adolescencia, en mi juventud y he pagado el pato de eso: te quedan secuelas a lo largo de toda la vida, secuelas que te hacen síntoma en un montón de cosas y que tienen que ver con asumir tu sexualidad, tu placer, tus amores. Estos dibujos me parecieron muy elocuentes a la hora de mostrar este desgarro. Y en un principio Rosalía me había mandado el dibujo de este personaje, pero sin rulos, y yo le pregunté si se animaba a hacérselos, así quedaba claro que se trata de mí.

Este es un disco más lanzado que el anterior, Soy sola, como si acá te animaras a revelar algo de tu historia y de tu propia rebeldía...

—Es que en Soy sola fue como si hubiera estado pidiendo permiso. Trabajé mucho con Carlos Casacuberta; si no fuera por él y por Elvira Rovira —que era mi pareja en ese momento y que también es coautora de muchos temas de Soy pecadora—, ese proyecto no hubiera salido. En cambio, Soy pecadora me encuentra parada en otro lugar. Aquel trabajo fue investigar dentro de mí, mientras que este nuevo material tiene que ver con una etapa en la que soy más consciente de que estar en un escenario es lo que quiero hacer el resto de mi vida. Asumir ese camino, como cualquier otro camino, es un proceso de vida. Y a mí me costó bastante. Ahora puedo decir “esto soy yo, esto es lo que pasa”, y si me sale una canción como “Tu vestido”, que es una letra de amor de una mujer a otra, no me importa. En otro momento le hubiera cambiado el género, o no lo hubiera cantado.

Claro, en Soy sola manejás más un neutro a la hora de hablar del amor.

—Es difícil hablar del amor con género en determinados momentos de la vida. Más cuando estás abriendo una puerta o te sentís pidiendo permiso para entrar en un universo machista como es la música. No es fácil salir así, con todas las cartas sobre la mesa. Además, el tema de hablar del amor como una entidad en sí misma es a algo a lo que te vas acostumbrando: a no hablar de tus sentimientos. En esto tuvo que ver la época que me tocó, los años que estuve tapando lo que vivía, sintiéndome por esto ciudadana de quinta categoría. Después a una se le hace hábito. Pero, por otra parte, pienso que está buenísimo poder hablar del amor desde un lugar más general, sin remitirlo necesariamente a una persona en concreto. La sexualidad no es la única carta que una tiene para mostrar: yo no soy sólo eso, soy otro montón de cosas. Aunque Soy pecadora, inevitablemente, va hacia ahí. Y me van a preguntar por qué soy pecadora. “¡Y qué sé yo!”, responderé. Es tan fácil quedar del lado del pecado. En esta sociedad mentirosa, que se maneja con una falsa moral, es muy fácil encontrarse del otro lado. Y yo me encuentro del otro lado, del lado del pecado, por suerte.

¿Por qué titular tus discos con una autodefinición?

—Los dos discos son autorreferenciales, ya que tienen el “Soy” adelante. En Uruguay es un modismo muy popular entre la gente grande: “Yo soy sola, m’hijita”. Yo en realidad iba a algo que tiene que ver más con el ser. En español tenemos diferenciado el ser del estar, pero ser solos somos todos y éste es el baile que nos tocó bailar. Soy pecadora surgió como título del disco a partir de la canción y le dio un cauce también. Ese “Soy” viene un poco como a hacerle un guiño a ese otro “Soy” del primer disco.

En uno de los temas de tu disco decís: “Usted me llama señora / porque no me vio montar”.

—Eso alude un poco a mis dotes gauchescas, ando muy bien a caballo criollo de campo. Una vez logré montar una yegua muy arisca y el dueño de la estancia, Don Arturo, me la regaló por haber podido montarla. Y en la canción me gustó la imagen para jugar un poco con la ironía de la connotación sexual. Me servía por los dos lados.

Pero, pese a ese cambio que señalás, vos seguís ubicando una cuestión pecaminosa con relación al juicio colectivo sobre la sexualidad...

—En los países subdesarrollados en los que vivimos, sí. Sobre todo en los países católicos que tienen una Iglesia incidiendo tanto. Me parece que somos sociedades que estamos tan subdesarrolladas que lo importante sería, al menos, desarrollarse en una educación laica. En Uruguay, la Iglesia no tiene tanta influencia. Y yo te iba a decir: “Gracias a Dios”. Y volviendo al tema del pecado, si nos basamos en que quien dictamina qué es pecado o qué no lo es es una Iglesia irrespetuosa, totalmente amoral, soy pecadora.

¿Tu familia es religiosa?

—Por parte de mi padre son ateos, del lado de mi abuela materna son católicos. Yo fui a un colegio católico en el primer año del liceo y, cuando me fui a inscribir en el tercero, me echaron por no haber querido tomar la comunión. No creo en la Iglesia Católica, pero algún tipo de fe tengo. Yo creo en algo así como en la retribución de la propia vida, en lo que una puede dar y lo que puede recibir. Soy de una generación para la cual estaba todo muy polarizado: Queen o Kiss, los yanquis o los rusos, Peñarol o Nacional. El mundo estaba partido en dos, no había grises. Estaban los buenos y los malos. Yo era buena. Y ahora todo eso en lo que alguna vez creímos tiene que cambiar.

¿Por qué decís que la pasaste tan mal en la adolescencia?

—Y... fue muy difícil. Paysandú es un pueblo chico donde se sabe la vida y obra de todo el mundo. Y a su vez fue muy linda, porque tenía una cierta libertad de movimiento y una pertenencia, pero a cambio había que mantener en secreto algunas cosas. Y como no soy de andar ventilando mi vida, mucho no me molestó. Pero en determinado momento, más que el pueblo, lo complicado fue la época. Tengo 38 años y tenía 14 o 15 cuando empecé a enamorarme “incorrectamente”. A la vez tenía novio y, cuando comencé con cuestiones de definición sexual, no fue fácil. No era sencillo en una ciudad chica, hace tantos años. Yo creo que ahora estamos en otro momento, con un montón de prejuicios menos, con muchas cuestiones que están más sobre el tapete y eso es un alivio para los jóvenes de hoy, para que puedan expresarse y decidir. Finalmente, lo único importante es ser feliz.