lunes, 23 de abril de 2007

un evento





El 9 de mayo a las 19hs. se presentará mi libro "la mala vida", publicado por "bajo la luna". Habrá música y lectura de textos. En "Simón en su laberinto", Bolívar al 800, San Telmo. ¡Los espero!




poemas de "la mala vida"


Una noche queríamos comprar
merca y entré a un conventillo
de tres o cuatro pisos,
las escaleras circulares daban
a los palieres anchos y en las puertas
de las habitaciones había mesas
donde atendían los punteros. ¿Qué pasa
si no vuelvo? pensé, nadie se entera.
Una mujer sacudía su vestido
apoyada en la baranda y un pendejo
paseaba en un triciclo. Trancé, después me fui
y como si fuera
a convertirme en la estatua de sal
del Evangelio o en la chica
de piedra del Abasto, no miré atrás
al descender, a diferencia
de los colectivos. Pura superstición
o miedo de andar
mostrando el miedo. No sé, fijé la vista
y sin chistar
bajé. Me acompañaba un eco que era mezcla
de risas, voces, cacerolas, una vida
de esas donde nadie
está solo. Podía imaginarme un patiecito
con piso de baldosas, el interior roído
de un living comedor, la tele
prendida, una familia.
Yo a veces siento
envidia de esas cosas.


Si tu grito es un ladrido
Indio Solari


I

Criaba labradores en su casa,
todo el fondo era de ellos. Jardín no había,
ni césped, tierra rasa y a la sombra del árbol
una hamaca “para tirarme a leer
ciencia ficción”. Me lo imagino libro en mano
con las piernas cruzadas y los perros
rodeándolo como una alfombra negra.
Una noche, después de llenar tachos
con agua y alimento entró a su cuarto
y se coló unas pepas. “Vos te burlás, yo quiero
saber del más allá” decía y no pensé
que hablaba en serio. Fanático del género,
desde el barrio de Villa Urquiza organizó
su propio viaje a las estrellas y de ese plan
sideral no tuvo dudas. Se quedaron los perros
varados en el fondo de la casa,
ladrando por tres días como buscando ayuda.





poemas de "Sosiego" (inédito)


La mujer pájaro

I

Con formas de animales en las manos, como en teatro
de sombras las dos palmas
se elevan agitando plumas, dedos que imitan vuelo
en lo oscuro del cuarto. Luego, su voz
se cambia en el lamento
de un águila que entrega mi pesar.
Ilusión de vacío en el ombligo, un cordón
que nos desata al fin. Sentías tanto
horror
, dijo mi pájaro, que preferiste ir,
dejar tu marca en la pared
. Entonces como el agua
su voz cayó en mi pelo, me resbaló en los hombros
y vi todo otra vez,
liberada de ser la que no sabe, la que retiene solamente el enunciado
y no el recuerdo. Sos este olor, la sombra de las palmas,
el pasto que renace después de la pisada.
Vas a morirte y no te queda
nada pendiente,
sos la que vive en el olvido, por fortuna,
la que le canta a su éxodo presente.

II

Inquietamente asirse
al borde de la cama para que tanto llanto,
la expiación
no se convierta en ala que se lleve
lo que ha sido sanado. Y en ese movimiento
ondulante del alma que lamenta
vaciarse en luz, nadando e irradiando
partículas tan chicas que podrían
bañar el universo. Si ilumina tu casa, dice el pájaro,
cuanto más por su impulso tu destello, llega al borde
y alumbra el infinito.


III

Mañana, ya se sabe, de los cuerpos no quedan
sino estelas, incontables jirones a penas distinguibles
en el aire. Si miraras con fuerza lo verías:
lo que la carne imprime es su impaciencia,
el eléctrico apuro de sus células
por encontrar descanso. Y un sonido vibrante
que no cesa, y que no tiene origen.
La humanidad entera, hasta los animales,
las plantas y las piedras se montan a su música,
al brioso corcel que cruza el tamo
con galope de oro
y no regresa.