jueves, 18 de febrero de 2010

Diario de duelo



Durante los dos años posteriores a la muerte de su madre Roland Barthes escribió en pequeñas fichas, en tinta y lápiz, el "Diario de duelo". Presento aquí un breve extracto de este bellísimo y desgarrador texto.


Primera noche de bodas
Pero ¿primera noche de duelo?

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- ¡No ha conocido usted el cuerpo de la mujer!
- He conocido el de mi madre enferma, luego moribunda.


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Idea – que causa estupor pero no desolación – que ella no ha sido “todo” para mí. Sino yo no habría escrito obra. Desde que la cuidé, desde hace seis meses, efectivamente, ella era todo para mí, y olvidé completamente que había escrito. Yo era perdidamente para ella. Antes, ella se hacía transparente para que yo pudiese escribir.

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… que esta muerte no me destruya por completo, quiero decir que decididamente quiero vivir perdidamente, hasta la locura, y que por lo tanto el miedo de mi propia muerte está ahí, no se ha desplazado ni una pulgada.

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Lunes 15hs- Vuelvo a entrar de regreso por primera vez a mi departamento ¿Cómo voy a poder vivir aquí yo solo? Y simultáneamente la evidencia de que no hay ningún lugar adonde cambiarse.

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Por una parte ella me pido todo, todo, su absoluto (pero entonces no es ella sino yo el que le atribuye pedirme eso). Y por otra parte (siendo entonces verdaderamente ella misma) me recomienda la ligereza, la vida, como si me dijera “pero ve, sal, distráete…”.

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Hacia las 18hs.: el departamento está caliente, mullido, iluminado, limpio. Lo hago así con energía, devoción (lo gozo con amargura): a partir de ahora y para siempre soy mi propia madre.

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Soledad= no tener nadie a quien decir: regreso a tal hora o a quien poder hablar por teléfono para decir: ya regresé.

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Ahora, por todas partes, en el café, en la calle, veo a cada individuo bajo la especie del que – debe – morir, ineluctablemente, es decir, muy exactamente del mortal – Y con no menor evidencia los veo como no sabiéndolo.

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Ahora sí de donde puede venir la Depresión: al releer mi diario de este verano, estoy a la vez encantado (cautivado) y decepcionado, así que la escritura a su máximo es de todos modos irrisoria. La depresión vendrá cuando, desde el fondo de la aflicción, ni siquiera podré agarrarme a la escritura.

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Mi sorpresa – y por así decir mi inquietud (mi malestar) viene de que, a decir verdad, esta no es una carencia (no puedo describir esto como una carencia, mi vida no está desorganizada), sino como una herida, algo que duele en el corazón del amor.

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Me espanta absolutamente el carácter discontinuo del duelo.

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¿A quien podría yo hacer esta pregunta (con esperanza de respuesta)?
¿Porqué vivir sin alguien a quien se amaba significa que se la amaba menos de lo que se creía?

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Todo el mundo es muy amable – Y sin embargo me siento solo. (“Abandonnite”)1

1 En inglés, abandoned significa también salvaje, lo que está fuera de control.

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Desde hace varias noches, imágenes – pesadillas en las que veo a mamá enferma, golpeada. Terror.

Sufro del miedo de lo que ya ha tenido lugar.

Cf. Winnicot: miedo de un desplome que ya tuvo lugar.

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La muerte de mamá: quizás esto que es lo único en mi vida que no he tomado neuróticamente. Mi duelo no ha sido histérico, apenas visible para los otros (tal vez porque la idea de teatralizarlo me habría sido insoportable); y sin duda, si hubiese sido más histérico, si hubiese ostentado mi depresión, despidiendo a todo el mundo, dejando de vivir socialmente, habría sido menos desgraciado. Y veo que la no – neurosis no es algo bueno, que no está bien.

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Cuando mamá vivía (es decir toda mi vida pasada), estaba yo en la neurosis por miedo a perderla.
Ahora (ahí está lo que el duelo me enseña), este duelo es por así decir el único punto de mí que no es neurótico: como si mamá por un último don, se hubiese llevado lejos de mí la parte mala, la neurosis.

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Por amor, FW está desvastado, sufre, queda postrado, forzado, ausente de todo, etc. No obstante no ha perdido a nadie, el ser que ama vive, etc. Y yo, junto a él, yo que lo escucho, tengo el aire sereno, atento, presente, como si algo infinitamente más grave no me hubiese sucedido.

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A cada uno su ritmo de aflicción.

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Hablar de mamá: ¿y qué, Argentina, el fascismo argentino, los encarcelamientos, las torturas públicas, etc.?
Eso la habría herido. Y la imagino con horror entre las mujeres y madres de los desaparecidos que se manifiestan por aquí y por allá. Como habría sufrido si me hubiera perdido.

3 comentarios:

Clara dijo...

Me ha encantado¡:estaba buscando lecturas sobre el duelo y he llegado hasta aquí .

Me imagino las cartulinas escritas:
"la depresión vendrá, cuando desde el fondo de la aflicción, ni siquiera podré agarrarme a la escritura".

Conmovedor, un verdadero homenaje al amor.


Enhorabuena¡.

BSS

Paula Aramburu dijo...

lo leí en noviembre en una sola noche, y lo volví a leer, y me detuve en cada párrafo, y cuando me dí cuenta lo estaba surayando prácticamente todo, es un libro formidable.
y siguiendo con el duelo, si aún no lo hicieron, no dejen de leer los "diarios" de sándor márai, es absolutamente conmovedor, desagrrador.
besos.

Lu Sí dijo...

Paula, encuentro nuevamente este posteo y pienso que es por algo. El fin de semana entre mis cosas encontre que queria leer este libro, gracias entonces a vos y a estar leyendo tu blog hoy q volvio a mi por un mail.
voy x ambos entonces, el de marai
tambien !