viernes, 16 de enero de 2009

Margarite Duras


Le pregunta por qué ha aceptado el contrato de las noches pagadas.
Ella responde con una voz aún adormecida, casi inaudible: Porque en cuanto me habló vi que le invadía el mal de la muerte. Durante los primeros días no supe nombrar ese mal. Luego, más tarde, pude hacerlo. Le pide que repita otra vez esas palabras. Ella lo hace, repite las palabras: El mal de la muerte. Le pregunta cómo lo sabe. Ella dice que lo sabe. Dice que se sabe sin saber cómo se sabe. Usted le pregunta: ¿En qué el mal de la muerte es mortal? Ella responde: En que el que lo padece no sabe que es portador de ella, de la muerte. También en que estaría muerto sin vida previa a la que morir, sin conocimiento alguno de morir a vida alguna.

***

Usted pregunta cómo podría surgir el sentimiento de amar. Ella le responde: Quizás de un fallo repentino en la lógica del universo. Dice: Por ejemplo de un error. Dice: Nunca por quererlo. Usted pregunta: ¿El sentimiento de amar podría surgir de otras cosas aún? Usted le suplica que diga. Ella dice: De todo, de un vuelo de pájaro nocturno, de un sueño, del sueño de un sueño, de la cercanía de la muerte, de una palabra, de un crimen, de uno, de uno mismo, de pronto, sin saber cómo.

3 comentarios:

sergio dijo...

Libro hermoso, terrible, inclasificable…

Yo siempre recuerdo ese fragmento en que la mujer le dice al hombre si no ha sentido el deseo de raptar a un amante, de encerrarlo, guardarlo para sí, incluso de matarlo. Y ante las respuestas negativas del hombre, ella remata con un lapidario “es curioso un muerto”.

En una línea parecida, unos años más tarde Duras publicó "Ojos azules, pelo negro"

sergio dijo...

Paula: como bien decís es difícil elegir en las obras de Duras. Siempre uno encuentra mucho con lo que flashear. Incluso en las obras más extrañas como El amor o India Song.

En cuanto a lo que decía del parentesco entre "Los ojos azules, pelo negro" y "El mal de la muerte" me refería a lo del encierro de una mujer pagado por un hombre que no puede amarla. Lo sorprendente de Duras es que logra darle una vuelta de tuerca y ambos pueden leerse con placer -idéntica situación se repite entre El amante y El amante de la China del Norte y El cine Edén- Una verdadera proeza, ¿no? Sólo ella puede hacerlo.

paula jiménez dijo...

Sergio,
En este momento estoy leyendo El amante de la China del Norte, leí el Amante hace varios años, y pese al paso del tiempo reconozco lo que decís. Me da un placer muy grande encontrarme con un lector sensible como vos. Gracias